sábado, 17 de mayo de 2014

EL GRAN OLVIDADO: EL DESAYUNO.

La importancia del desayuno:
Hace décadas en las zonas rurales realizaban un desayuno poco abundante antes de comenzar las tareas del campo, pero el almuerzo completaba entonces la necesidad del organismo de nutrientes y no faltaban en la pausa a media mañana embutidos, queso, huevos, pan, vino y/o aguardiente.
Hoy, sin embargo, muchas personas consideran que han desayunado tras haber tomado únicamente café, zumo o galletas... lo que dista de las recomendaciones de dieta equilibrada. Además, el almuerzo brilla por su ausencia para muchos debido a los rígidos horarios laborales, por lo que el desayuno, ese gran olvidado, se convierte en aliado para afrontar el día con el depósito lleno de glucosa, nuestro combustible energético.
¿Qué ocurre si no desayunamos?
Algunas de las consecuencias de saltarse el desayuno son decaimiento, falta de concentración y mal humor, debido al déficit de glucosa -nuestro principal combustible energético- que produce el ayuno. Hay que recordar que a primera hora de la mañana el organismo lleva ya entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento. La falta de glucosa empuja a nuestro cuerpo a quemar otras reservas energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el normal funcionamiento orgánico. En edades escolares, esto condiciona el aprendizaje y acarrea un descenso del rendimiento, ya que la capacidad de locución o expresión, de memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan particularmente afectadas. Se puede considerar que el desayuno es un hábito alimentario que llega a condicionar el estado físico, psíquico y nutricional, pero no sólo de los niños y adolescentes, sino en personas de todas las edades.

Esta podría ser una opción de desayuno sana:
- Primer ingrediente: Fruta natural, cualquiera es buena. Melón, fresas, pera, melocotón. Mucho mejor la fruta completa que su zumo, que carece de fibra y piel, las partes más interesantes desde el punto de vista alimenticio.
- Segundo ingrediente: Algo sólido y con proteínas. Jamón cocido o serrano, huevos revueltos, pequeña tapa de tortilla de patata o incluso alguna salchicha. Ya sé, por estos lares no estamos muy acostumbrados, pero es cuestión de ponerse.
- Tercer ingrediente: Lácteo. Yogur, queso fresco o leche. Mejor leche desnatada que entera. Mejor sin azúcar y café descafeinado. No, no es la cafeína lo que te mantiene despierto por la mañana, lo que te duermen son los bajones de azúcar.
- Y cuarto, los hidratos de carbono, por ejemplo, acompañando al cafelito. Si son integrales, mejor, una tostada integral es una buena idea. 



Podemos encontrar personas que:
-No desayunan u optan por un vaso de leche/café para “ahorrarse” las calorías de esta comida.
-No desayunan o consideran desayunar a beber rápidamente un vaso de leche o taza de café porque no tienen tiempo / no tienen hambre.
-Se decantan por el bol de cereales o la bollería industrial (galletas, magdalenas, croissant, palmeras, conchas, etc.)
-Prefieren una tostada con un chorrito de aceite, cereales o bollos artesanos integrales sin azúcares refinadas, fruta, etc.





Un mal desayuno: lo suelen tomar las personas en días de semana normales por falta de tiempo o de hambre.

Un buen desayuno: lo suelen tomar las personas cuando tienen tiempo suficiente para prepararlo, como puede ser en fin de semana.


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